En un paseo de unos 800 metros, desde Puig y Cadalfach, hasta plaza Gatassa, usted, puede meter el pié en un agujero, tropezar con la rebaba de una farola, que los operarios mucipales no tuvieron tiempo de eliminar y la han dejado para que los peatones la vayan regastando a base de tropezones, tropezar con un pilote de cemento, a la más mínima distracción, volver a meter el pié junto a una tapadera, meter de nuevo el pié en un tubo negro, que no han tenido tiempo de arreglar desde la última reforma de la acera, meter el tacón en una rejilla de desagüe, colocada justo en el centro del paso cebra, y a l final, al cruzar, meterse de bruces en el charco del otro lado, al márgen de que con un poco de suerte habrás pisado un par de cagadas de perro y sorteado varios escupitajos y darte un buen rodillazo con algunos de los cientos de pilotes que nos están colocando por todo el barrio.
Desde luego en Cerdanyola, has de pasear con los ojos bien abiertos y mirando constantemente en todas las direcciones, gracias a la dedicación de nuestros políticos, que vienen todas las semanas al local del partido, para según parece, atender las peticiones de los ciudadanos, más les valdría darse una vuelta por las calles, para comprobar el estado de dejación que estamos sufriendo por parte de los servicios municipales, cada vez más acordes, con barriadas tercermundistas, a pesar, de sus famosos planes de barrio, de los cuales lo único que está claro, es la cantidad de millones que llevan gastados.
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